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viernes, marzo 12, 2004
El golpe a las entrañas
Hoy, debimos sentarnos en una roca, nuestras extremidades estaban flaqueando.
No lo decidí, sin embargo las lágrimas comenzaron a inundarme el rostro de manera profusa; las vírgenes, sin entender mucho, me acompañaban y acariciaban para alivianar mi pesar. Una cadena de trinos entrelazados había acarreado las nuevas fábulas del bosque, que formarían parte de una negrura ya vista y no por ello menos dolorosa. Duendes maléficos persiguiendo quién sabe qué objetivos (en realidad cuando se llega a causar sufrimiento, ni siquiera importa si existen) atacó el centro del bosque; allí donde se desarrollan, bajo la más frondosa espesura, una enorme variedad de especies diferentes. Muchas fueron las criaturas extinguidas en ese tenebroso momento... dulces mariposas, que estrenaban su olvido de capullo y agitaban orgullosas su variedad infinita de colores, descubrieron sus alas de repente ennegrecidas de humo. No hay respuesta alguna, revolvemos entre los guijarros derramados en el suelo, desnudamos árboles hurgando detrás de sus cortezas, agitamos las aguas, miramos al cielo y vemos cómo, en todos los rincones, solo existe la congoja de jilgueros mudos, la amargura de neones grises, la impiedad... Por momentos, el deseo es cerrar los ojos, ocultando así el desasosiego, pero la vida se aprende con los ojos abiertos, por más que tengamos que soportar tenerlos humedecidos y frágiles, casi desbordantes. Tortuoso es observar como otras manadas sufren descarnadamente por esos enjambres perdidos y la transferencia de sensaciones nos incluye en este, espectralmente silencioso, paisaje. Mañana seguiremos caminando, hoy, es tiempo de llorar, de abrazar desde la lejanía y de sentirse uno mas, de las especies desaparecidas, para compartir su dolor; con la ingenua esperanza que ello resultará de consuelo. Y no lo habrá... La "camisa blanca de mi esperanza", se ha teñido de rojo, se ha manchado. Escrito por Faivel 12:17 a. m. #
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