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lunes, marzo 15, 2004
La irrupción de los seres encantados
El largo camino continúa desovillándose en el horizonte...
Transitando las piedras deshechas en polvo, errantes, las sandalias van derramando los nuevos pasos sin preguntas. Una puerta da lugar a otra y el crepitar de las manos debilita la continuidad del futuro. La compañía, necesaria, emerge en un continuo de misterios flotantes y se presenta, complejamente, al levantar el rostro. En ella, se afianzarán las rodillas titilantes, allí se levantarán los brazos cansinos. La mirada es la respuesta muda a los interrogantes por venir. Avergonzada, ruborizada hasta el infierno, la congoja se hace a un lado. La Señora del Cofre se revela desde su andar omnipotente, su existencia se muestra como huellas imborrables, y sin embargo vuela... Ella, representa al asiento permanente y el impulso de nuevamente erguirse. Se envuelve en mantos de sólidos minerales, intenta ofrecer una extraña insensibilidad que caé suavemente como pluma con el primer gorjeo amable No es extraño que su fuerza haya formado las vírgenes por el contrario, es su calma y su pasión, su energía y su sosiego, su don. Entre los secretos de las ruinas fue la que recibió al corazón, para transformarlo en el epicentro de la construcción. Su presencia sublime puede ser intimidante, no ha devuelto el palpitante nucleo, lo ha guardado para sí, sin embargo camina a mi lado y me arrastra, se transforma en la fuerza perdida y me empuja, se convierte en sueño y me despoja de pesadillas y, cuando hace falta, ahoga mi pena en su mar de consuelo. De continuar así, habrá mañana, de otro modo... (no hay otro modo) Escrito por Faivel 12:35 a. m. #
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