martes, marzo 30, 2004
Sin destino...
A veces me pregunto ¿Por qué camino? ¿Hacia donde camino? y no tengo mayores respuestas, o sí.
Hay quien cree que la vida ya está hecha, que somos meros operadores de una historia escrita con letras de fuego sobre la roca, inmutable. Que nos ve, apenas como descubridores de senderos ya diseñados. Donde somos protagonistas de cuentos que otros escribieron.
Yo, no lo creo.
Pateo un pedrusco para que ruede por la colina; puede que llegue hasta el fondo, quizás se detenga en el trayecto, tal vez falle en el intento por golpearlo, pero la decisión, el impulso, son míos.
Me pierdo entre las miradas de las vírgenes, descubro su picardía, su naturalidad, su espontaneidad. Pero en ningún caso encuentro palabras escritas, mañanas conocidos.
Veo en esas pequeñas maravillas tantos interrogantes como pueda imaginarme, o más. Y sé que soy forjador, de sus respuestas en algunos casos, y de las herramientas para encontrarlas, en otros. Su mañana, no existe como tal, lo vamos construyendo juntos y lo terminarán ellas solas.
Quieren saber por qué camino?. Camino porque no hay una senda marcada, camino porque disfruto y sufro los nuevos horizontes que se van abriendo al traspasar la maleza.
Porque el hartazgo de la nocturna princesa no debe acobardarme, pero su mañana puede encantarme.
Porque los desamores alunados siempre pueden encontrar una nueva fuente para rejuvenecerse.
Porque los demonios del amanecer acunan la esperanza.
Porque tengo un amigo que camina con su mochila de pesares a cuesta, pero aún a disgusto camina.
Porque las flores construyen su nuevo jardín aunque no sepan dónde sembrarán mañana.
Porque el amor fraternal me acompaña.
Porque el amor pasional me abriga.
Por tantos otros que espían el porvenir desde sitiales ocultos o descubiertos, con rostros francos o enmascarados.
Porque quiero caminar.
Y especialmente, porque caminar es difícil, que si no lo fuera estaría sentado, tan solo observando como aquello que está escrito sucede.
Encontrando culpables más allá de mí.
Hay quien cree que la vida ya está hecha, que somos meros operadores de una historia escrita con letras de fuego sobre la roca, inmutable. Que nos ve, apenas como descubridores de senderos ya diseñados. Donde somos protagonistas de cuentos que otros escribieron.
Yo, no lo creo.
Pateo un pedrusco para que ruede por la colina; puede que llegue hasta el fondo, quizás se detenga en el trayecto, tal vez falle en el intento por golpearlo, pero la decisión, el impulso, son míos.
Me pierdo entre las miradas de las vírgenes, descubro su picardía, su naturalidad, su espontaneidad. Pero en ningún caso encuentro palabras escritas, mañanas conocidos.
Veo en esas pequeñas maravillas tantos interrogantes como pueda imaginarme, o más. Y sé que soy forjador, de sus respuestas en algunos casos, y de las herramientas para encontrarlas, en otros. Su mañana, no existe como tal, lo vamos construyendo juntos y lo terminarán ellas solas.
Quieren saber por qué camino?. Camino porque no hay una senda marcada, camino porque disfruto y sufro los nuevos horizontes que se van abriendo al traspasar la maleza.
Porque el hartazgo de la nocturna princesa no debe acobardarme, pero su mañana puede encantarme.
Porque los desamores alunados siempre pueden encontrar una nueva fuente para rejuvenecerse.
Porque los demonios del amanecer acunan la esperanza.
Porque tengo un amigo que camina con su mochila de pesares a cuesta, pero aún a disgusto camina.
Porque las flores construyen su nuevo jardín aunque no sepan dónde sembrarán mañana.
Porque el amor fraternal me acompaña.
Porque el amor pasional me abriga.
Por tantos otros que espían el porvenir desde sitiales ocultos o descubiertos, con rostros francos o enmascarados.
Porque quiero caminar.
Y especialmente, porque caminar es difícil, que si no lo fuera estaría sentado, tan solo observando como aquello que está escrito sucede.
Encontrando culpables más allá de mí.
Escrito por Faivel 1:00 p. m.
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