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miércoles, mayo 26, 2004
Nuevamente en la plaza
La Plaza Central de Golbew se veía plena de gente que disfrutaba de las distintas actividades que se ofrecían en honor del nacimiento de la hija de la ninfa.
En una esquina del rombo, enormes hornos de piedra eran el escenario de la danza que las llamas majestuosas ensayaban con el ritmo inconstante del crepitar de los gruesos troncos. Las distintas comidas esperaban pacientes su pronta visita al calor del fuego para cocerse tan lento o tan rápido como hiciera falta. Cerca de la improvisada cocina enormes toneles de cerveza trabajaban incansablemente para saciar la sed de una plaza ya colmada que no imagina cómo podrá contener a los pobladores y visitantes que siguen llegando como si el camino de los bueyes fuera un volcán en constante erupción. Ver los jarros con el dorado líquido removió la resaca que pocas horas tenía de antigüedad pero que, con los sucesos recientes pareciera de otro siglo. Dejar de pensar en Val era imposible, pero no era algo que pudiéramos resolver en este momento, de modo que sin estar demasiado convencidos optamos por hacer caso de las palabras del redondo Gustaf y disfrutar la fiesta que ésta plaza nos ofrecía hasta que fuera el momento de ir hacia el palacio, en donde tantas respuestas nos estarían esperando. Una mezcla de bufones y acróbatas hizo que las Vírgenes corrieran para verlos, mezclaban gracia con saltos impracticables que eran el deleite de todos los pequeños del lugar; no eran de estas tierras, los rostros eran mas oscuros y sus lenguas eran extrañas, pero su actividad física les bastaba para entretener a todos sin que necesitaran otra forma de comunicarse. ?Espero que a las nenas no se les ocurra pedirme imitaciones de esta gente? pensé para mis adentros conociendo a mis hijas y, especialmente, asumiendo interiormente mis incapacidades artísticas y acrobáticas (las dos en alto grado). Un poco mas lejos se oían los cantos de los juglares que contaban historias envueltas de una música contagiosa, vivaz, en algunos momentos, y romántica, dulce, en otros. Desde que los empecé a escuchar casi adivinándolos por su lejanía tuve una gran atracción por ellos, pero había que esperar que las acrobacias terminaran o los gritos enojados de Ilul y Adaug iban a sonar mas fuerte que las voces de esos relatores musicales. Un buen rato después, monedas mediante, las gracias infantiles terminaron y enderezamos el rumbo hacia donde la música invitaba sin saber que estábamos entrando a un momento mágico donde imágenes, sonidos y recuerdos iban a acariciar la melancolía del paso del tiempo invitándolo a desaparecer o al menos a jugar a la escondida por un rato. Escrito por Faivel 1:11 a. m. #
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Comments:
Hermosa descripción Faivel, seguís deslumbrandome con tu escritura!
De paos te ayudo a probar los comments de blogger! Abrazo Toro
estos comentarios son una mierda... yo los puse un tiempo y me di cuenta que no sirven.. aguante los de halo scan...
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Christian |
Faivel...
(y sus encuentros): Desde la primera hasta la última huella del Caminante la rastreas por aquí |