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lunes, junio 21, 2004
La visión en el ventanal
El guardia de traje gris nos acompañó hasta una enorme habitación; tenía dos grandes camas con cobertores rojos de terciopelo separados entre ellos por un cortinado color ocre que en éste momento estaba corrido hacia una esquina. Las paredes eran grises y no podía observarse una marca en ellas que modificara el tono.
En el centro de una de esas paredes había un espejo con un marco dorado con figuras romboides y cruces que tenía amplitud suficiente para que dos personas pudieran mirarse paradas al mismo tiempo. A su lado un lavabo de mármol y cuatro jarras de porcelana con dibujos de flores violáceas, todas llenas de agua y una mas pequeña vacía. No me llevó mucho tiempo mejorar mi aspecto (quizás porque estaba resignado a lo inmodificable), la Señora del Cofre iba a demorar lo suficiente en recomponer su imagen después de el ?entredicho? con la Jardinera y las vírgenes saltaban en las camas. Hacia un lado un ventanal daba a la plaza, era como un palco lujoso, una vista preferencial de un espectáculo popular que todavía tenía vida. Me asomé por el ojo elevado y me saludó la brisa fresca y suave de la noche que traía los olores de los hornos de leña y el murmullo festivo; los juglares se estaban despidiendo de un montón de pobladores que no mostraban deseos de partir. Fue un momento, quizás un segundo, tal vez más, no se si escuché un ruido o el sonido vino de adentro mío, una figura ya vista de pronto parecía elevarse del suelo y mutaba; fue extraño porque aunque la hubiera sentido no la conocía ni antes ni después de su transformación; el movimiento de aire se detuvo en todo ese pequeño espacio de tiempo. Dentro mío comenzaba a arremolinarse el miedo, me sentía asustado, necesitaba una voz que me arrullara y el silencio crecía y enmudecía. La mano de la Señora del Cofre acarició mi espalda y todo volvió a la normalidad, el viento seguía moviendo mi pelo, mis ojos volvieron a descubrir la plaza, la imagen ya no estaba y los juglares cantaban su canción de despedida... aurículares en la sien no me escucha, no me ve y yo puedo observar tranquilo la playa como un ajedrez el tipo del Mercedes Benz que está tirado ahí nomás tiene una sola cosa en mente solo una chica tonta más bajo el sol como una propaganda de bronceador. El sabe como impresionar, caminando como Tarzán el es Eva y ella Adán y yo estoy en cualquier planeta, presiento que algo va a pasar las plumas del pavo real oscurecen hasta el sol y él se siente rey de la selva. Ellos están con la máquina de mirar justo en el paraíso para filmar. Yo puedo compaginar la inocencia con la piel yo puedo compaginar Yo nací para mirar lo que pocos quieren ver yo nací para mirar. Ahora él le ofrece una manzana ahora le insiste de probar ahora estimula sus membranas por la hot line en escenarios solitarios la gente se habla un poco más y hasta dos pobres millonarios se pueden encontrar. Cayeron los auriculares y los anteojos de carey la luna baja los telones es de noche otra vez Me di vuelta todavía con un torrente de susto corriendo por mi estómago y el cosquilleo lejano de oídos aturdidos. - Están llamando a la puerta- me dijo la Dama del Cofre a quien se la veía ya completamente repuesta. Y fui hacia ella mientras pensaba que a veces callar es un acto de amor y otras es tan solo un silencio de palabras egoístas, la diferencia se encuentra en qué es lo que está esperando el receptor. De cualquier modo a mi, me aguardaba una puerta por abrir, que estaba siendo golpeada nuevamente. Escuchar Cinema Verité Escrito por Faivel 2:54 a. m. #
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