lunes, diciembre 20, 2004

Navidad
 

A mi muy querida Amiga Lununa, porque es una de las personas con quien mas desearía que el brindis no sea virtual. Y en ella, a todos.


El frío se empecina en erizarte el pelo recién planchado, cargás en tu cuerpo tanta ropa que te hace parecer gigante y ese maldito transporte lleno no hace mas que acumular olores entre sus ventanas cerradas.

Por un momento te sentís extraña cuando escuchás en una esquina la canción de Navidad; como si quisieras dormir, cerrás los ojos lentamente, comenzás a sentir que estás sola, que el murmullo se apaga de golpe y, mientras ladeas apenas la cabeza sobre tu hombro, te das cuenta que ya no te sale humo al respirar. Es fácil adivinar una sonrisa escondida en esa pequeña mueca que hacés con la boca.

El sol cae sobre tu frente enrojeciéndola y te acordás que tenés que comprar la protección solar para la colonia de la nena, por cierto que el calor se está haciendo agobiante, pero tu ropa es ahora de hilo, tus pies están descalzos y debajo de ellos sentís la humedad de la tierra. Cuando agarres la Pelopincho no te saca nadie.

Mas adelante ves a Papá Noel, con su traje finito, se lo nota molesto cargando una barba postiza pegajosa que se acomoda y se vuelve a acomodar infinitas veces. Por cierto que siempre te ha parecido ridícula ésta costumbre importada de otros climas, pero la magia que encierra vale la pena. Lo ves en Julia.

"Ésta noche", pensás en voz alta, "cuando terminemos la cena y las burbujas vayan desde el estómago al cerebro, será hora de abrir los regalos". Esos paquetes multicolores que estarán cuidadosamente escondidos en una inútil chimenea. Como siempre, habrá alguien que se ocupe de comprar mallas para todos.

Un movimiento brusco te hace abrir los ojos y te das cuenta que te pasaste algunas cuadras, bajás y empezás a caminarlas refunfuñando, volvés a sentir el invierno encima, te duelen las orejas con una ráfaga de viento helado y la nariz se te humedece, pero nada te quitará esos momentos de párpados caídos, de recuerdos y sueños de toda la vida, que te dijeron tan claramente que, aunque éstas sean tus blancas Navidades, tus diciembres siempre serán de tilo y de jazmín.

Escrito por Faivel 2:37 a. m.
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