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martes, enero 11, 2005
Se me pasó...
Cuando desperté esa mañana, la Señora del Cofre, ovillada de espaldas a mí, dormía profundamente y no parecía que fuera a amanecer por un largo rato. Las vírgenes, que habían durado la noche anterior entre saltos y pases de cama, seguían el camino de la madre, aunque con ellas no se puede prever cuánto dura el sueño.
No tenía ganas de levantarme todavía, pero el techo, tantas veces aposento de mi mirada, comenzaba a aburrirme. Quisiera decir que me puse en pié de un salto, pero esa jamás ha sido mi forma de abandonar la cama. Despacio, como para que el dolor de despegarme las sábanas fuera menor, comencé a incorporarme. Una ducha terminó de despabilarme y a la salida del baño, mis tres ángeles seguían inmóviles. Bajé hasta la posada y descubrí al flaco Eryor en una mesa con un café bien negro entre sus manos. Inth, que nunca se caracterizó por ser demasiado expresivo, tenía una mirada seria y dura que era inusual. - Qué pasa amigo - pregunté acercándome, mientras hacía un gesto a la joven que atendía las mesas para que me acercara un café. - Yo lo consideraba mi amigo también - respondió con voz cortante, sin levantar la vista de su negra bebida Si hubiera esperado la respuesta, no estaría sentado en la mesa con él; pero allí estaba, incómodo y desconcertado, tratando de descubrir más allá de mi entendimiento las razones que pudieran haber molestado a este buen hombre. Bajo un absoluto silencio traté de recordar cuál había sido mi último encuentro con el posadero. No había ocurrido el día anterior, en que los asuntos de la realeza me habían entretenido bastante y apenas si habíamos compartido unos brindis, entre carcajadas, cuando fue el festejo del cocinero de palacio. Me sentía realmente perdido y no me atrevía a decir otra palabra cuando llegó mi bebida caliente. - Fue mi cumpleaños, y Usted lo olvidó - dijo, mirándome fijamente con sus pequeños ojos grises, unos minutos mas tarde. No me extraña olvidar fechas, la Señora del Cofre me lo ha reprochado varias veces, pero en este caso más que un olvido fue la ignorancia, desconocía por completo la ocasión. No me pareció que eso fuera una excusa, no deseaba encontrar una. Sencillamente, yo sabía que una persona de la calidad humana que ha demostrado este amigo, con su cercanía y respeto desde el disenso y su compañerismo a ultranza en el consenso. Con su oportunismo para jugar o ser profundo según la ocasión. No merecía el silencio. Si algo parece resaltar en Inth Eryor, es que es un tipo común, esos con los que uno siempre quisiera compartir un café o una cerveza, para pasar un momento común. Esas cosas comunes que a veces ocurren escasas y uno las extraña porque llevan en ellas, invariablemente, momentos gratos. Y se me pasó. Escrito por Faivel 1:16 a. m. #
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