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miércoles, febrero 23, 2005
Un Tipo Especial
El primer vuelo de Air Brujas estaba por partir y los zapallos en almíbar de Cenicienta se vencían indefectiblemente con la última campanada de las doce. Una nueva noche, se dormía en Blogolandia entre sábanas de disfraces y guiños de luciérnagas en el monitor (en realidad me parece que me estaba quedando dormido).
Él, abandonó sus calzas anaranjadas y la brillante capa amarilla que lo vestían como ciudadano común y se escondió detrás de un par de anteojos redondos para no ser reconocido o, siendo más sincero, para reconocer a alguien, ya que sin ellos no veía ni su propia cara en un espejo (hay quienes esto lo considerarían un superpoder). Creyendo su identidad suficientemente oculta, quiso emprender vuelo cuando alguien le recomendó que vistiera el resto de su cuerpo, no era un espectáculo demasiado agradable verlo desnudo aún cuando Daniela insistiera infructuosamente en gritar lo contrario. Haciendo caso a las recomendaciones, se vistió con un blanco y peludo tapado de piel que hacía juego con sus zapatillas Topper; entonces sí, levantó las manos para volar. En ese instante, notó que había olvidado ponerse desodorante. Para su disgusto, la bolilla estaba seca, pero astutamente tomó el Efficient y lo descargó repetidamente debajo de sus brazos. Ahora sí, tomó carrera y... se sentó en la computadora, molesto con sus desventuras nocturnas; será por eso que, de una patada involuntaria, desenchufó todo o quizás fuera la comezón que empezaba a tornarse insoportable. Al apoyar nuevamente sus manos en el teclado, todo pesar había sido olvidado y un derroche de sensibilidad inusual empezó a invadir el mundo cibernético. Cuando uno mira a la pantalla, como si se asomara en la ventana de la casa un vecino para saludarlo, descubre vidrios empañados a través de los cuales intenta averiguar la verdadera imagen del dueño de casa; muchas veces esas aproximaciones o garabatos, que se forman dibujando con un dedo en el vapor del cristal, tienen que ver con la realidad, en otras sólo alcanzamos a distinguir la parte que quiere ser mostrada y en ocasiones ni siquiera podemos imaginarlas. Corsi, siempre tiene las ventanas abiertas, como si quisiera compartir el mismo aire del que le pasa al lado y no hace falta adivinarlo. Será la franqueza, el cariño que regala sin mirar cuánto viene del otro lado o su forma impecable de hacer sentir un abrazo cuando lo expresa. Será eso lo que lo hace un tipo especial, tan especial que uno desearía que así, fuera lo común. El Mundo de Corsicarsa se toma un descanso porque las charlas con su Guada merecen mucho más ser vividas que contadas y a mí me parece bien... aunque lo vaya a extrañar. Escrito por Faivel 1:04 a. m. #
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